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lunes, 14 de mayo de 2018

SOS Calzada de Diez de Octubre


Está entre las más transitadas del país y cruza uno de los territorios más densamente poblados de la isla. Se calcula que a diario la atraviesen más de 20 mil vehículos automotores y un promedio de 200 mil personas. Estrecha, mal pavimentada, oscura en las noches y plagada de obstáculos para choferes y peatones, la Calzada de Diez de Octubre, otrora de Jesús del Monte, debido al deterioro extremo que la afecta, hoy representa un peligro para habitantes y transeúntes.

Aunque se estima que una de cada tres edificaciones del municipio presenta algún problema constructivo importante y que casi un 30 por ciento de las viviendas han sido consideradas inhabitables, este tramo vial es una muestra de que las cosas son mucho más trágicas de lo que expresan las estadísticas.

A diario ocurren accidentes de todo tipo, relacionados con el abandono que sufre la localidad habanera desde hace décadas por causa de la despreocupación de los organismos de Gobierno e instituciones estatales que debieran encargarse de encontrar soluciones. Según vecinos de una de las decenas de cuarterías en peligro de derrumbe que existen en la calzada, las quejas expresadas a las autoridades de Gobierno durante décadas han caído en saco roto.

“Nadie pasa por aquí. Damos quejas y nada. Suba para que vea cómo están esos techos. Un día alguien va a morir aplastado y creo que ni así harán nada”, denuncia Maritza, vecina del número 1063, frente al Pío Pío. Está tan enojada que afirma haber perdido el miedo a enfrentar las consecuencias por no quedarse callada en un país donde hablar a un medio de prensa independiente suele conllevar a un castigo.

“Los techos se caen. Trozos que pueden matar a cualquiera. Las personas mayores ya ni podemos caminar por las aceras. Es que no hay. Lo único que hace el Gobierno es trasladar las paradas de guagua para otro lugar o poner multas a los vecinos cuando no tiran abajo los techos en mal estado, es decir, que la responsabilidad es de uno cuando los techos de los portales están en área común, eso debería ser responsabilidad del Gobierno”, opina Daura, vecina del número 1065, un solar donde habitan unas veinte familias, hacinadas en cuartuchos oscuros, húmedos, mal ventilados.

Aunque ninguno de los funcionarios del gobierno municipal convidados a dar su opinión quiso ofrecer declaraciones, se sabe que la única acción realizada por estos para evitar accidentes por la caída de escombros en los portales que dan a la calzada ha sido la imposición de multas a quienes se niegan a demoler los techos, una tarea cuyos gastos, elevadísimos, debe correr por los habitantes de la vivienda, posean o no recursos para emprenderla.

“No existen empresas (estatales) donde un ciudadano pueda contratar los servicios de demolición”, explica Ricardo Peláez, responsable de una brigada de albañilería “por cuenta propia”: “Un trabajo de demolición es caro porque no solo es dar mandarria, es cortar las vigas de acero, poner los andamios, llevarse el escombro porque está en plena calzada, tienes que hacerlo de noche porque te ponen una multa. La mayoría de la gente que vive en esos lugares no tiene dinero. Si no pueden pagar una simple multa, imposible que puedan pagar un albañil”, opina Peláez.

Aunque el gobierno se escuda en la entrega de créditos por parte de la banca nacional y en la venta de materiales de la construcción a precios subsidiados, las “soluciones” no pasan de ser una broma diabólica cuando se analiza que el costo de la restauración de cualquiera de las edificaciones de la calzada, la mayoría antiguos caserones construidos entre los años 20 y 50 del siglo XX puede sobrepasar los 100 mil pesos, una cifra que no representa ni el 10 por ciento del mayor crédito bancario al que puede aspirar un ciudadano cubano que viva de un salario estatal.

Hasta la fecha, no existe un plan reconstructivo para la Calzada de Diez de Octubre ni siquiera cuando se sabe que el descontento popular cada día va en ascenso y que, de continuar las cosas como están, los estallidos de protestas podrían superar aquellos reclamos de agua y electricidad tras el paso del huracán Irma. Al ritmo que lleva esta tragedia cotidiana y bajo el anuncio de que este año 2018 el gobierno cubano solo atenderá “las prioridades dentro de las prioridades”, lo que significa que muchas cosas quedarán desatendidas, la Calzada de Diez de Octubre se convertirá en nuestro primer desierto urbano, un paisaje que quizás pueda interesar como atractivo turístico.

Ernesto Pérez Chang
Cubanet, 15 de febrero de 2018.
Foto: Tomada de Cubanet, donde pueden ver más fotos de la desastrosa situación en que se encuentra la Calazada de Diez de Octubre.

1 comentario:

  1. Buenos días Tania, nací y me crié en la zona del Paradero de la Víbora, recuerdo de niña haber visitado las habitaciones que había en los altos del Recreo, donde después estuvo el Coppelita, si ya en los años 60 aquello era una edificación muy antigua, no quiero ni imaginarme en las condiciones que estará ahora, si es que todavía existe. La casa donde yo viví, en la calle Patrocinio, vi unas fotos de ella hará unos años y daba pena la suciedad que tenía y sobre todo las humedades que se veían por los costados.
    Saludos,

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